jueves, 5 de agosto de 2010

Rompecabezas

Las piezas revueltas por la habitación; es hora de ordenarlo todo.
Ahora arriba.
Ésta a la derecha.
Luego abajo.
Y así sucesivamente en diversas direcciones.

Mi cabeza ordenada de nuevo tras un nuevo tropiezo esta tarde.
Pegadas con cola de contacto, las piezas están unidas en su debido orden para que le desequilibrio que sufro no estalle de nuevo.

Miro por mí.
Tú te enfadas, yo me enfado, ella me da la razón y el otro se muestra impasible.
Respirar hondo y morderme la lengua es lo único que me queda.
Ubicada mi cabeza en su sitio, elimino cualquier rastro de malestar con todo el positivismo que me queda. Y si no queda pues lo elimino con cualquier otro elemento que irradie los ánimos que me faltan.

Un día la balanza estará a mi favor.
No seguiré tu juego más, me gusta más tomarme tus palabras a mi manera. Así un día las utilizaré contra ti.

No soy mala.
¿Rencorosa? Tal vez.
Pero no soporto que me pisoteen y que queden por encima de mí sin ningún argumento convincente.
A mi no me vale la ley del más fuerte, no vivo en la selva.

Ahora concentraré mis pensamientos de nuevo en mis cosas, en mis quehaceres, en mis planes... sin contar con tu permiso. Porque si no lo hago hoy, lo haré mañana, o si no la semana que viene, o o dentro de dos meses... pero mis planes nunca podrás frustrarlos por disputas tuyas.

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