jueves, 25 de noviembre de 2010

Frío

Aunque sea evidente, he de afirmar que el frío a llegado un año más.
No diré que me encanta el frío porque sería una mentirosa, pero soporto mejor el frío que el calor. Lo que peor llevo es eso de escuchar a las siete de la mañana mi "gran amado" despertador (sarcasmo). El descubrir lo calentita que estoy entre las sabanas, y lo cómoda que estoy sobre mi colchón y almohada, me hace dudar demasiados días si en verdad es necesario salir de casa a esas horas tan tempranas, cuando el frío arrecia en la calle con fuerza. Observar como mis neuronas siguen dormiditas.
Hasta ahora, el sentido del deber ha ganado la batalla aunque mi cama me aclame y me ofrezca tentadoras ofertas como un descanso completo hasta que mi cuerpo diga "basta" o permanecer acurrucada entre la suaves y calentitas sábanas y reírme de todo aquel que está fuera muriéndose de frío, imaginando  como se abrazan a sí mismos, el sonido de sus dientes castañeando entre el silencio de las calles recién puestas. Como me arrepiento de estos crueles pensamientos cuando me doy cuenta que aquella persona de la que podría estar riéndome, soy yo.
Seguramente no soy la única que piensa en quedarse en casa, hay personas que incluso lo llegan a hacer. Pero yo, como persona responsable que soy, aunque sea por breves periodos de tiempo, salgo de la cama con gran valor, como todo aquel que se tiene que levantar a esas infernales horas, o incluso antes. Tras cuarenta minutos de preparación, respiro hondo y salgo de casa, enfrentándome a las bajas temperaturas que anuncian la llegada del invierno.

martes, 2 de noviembre de 2010

1º norma

Yo, la persona con menos ataduras hacia los prejuicios o incluso la vergüenza, he decidido imponerme una norma. Una obligación expresamente para mí. Una que cumpliré sin falta, eso sí, dependiendo de la situación.

He entendido durante estos últimos días, que a veces es mejor no decir nada, dejar que las cosas estén mal hechas y que se solucionen cuando deban hacerlo, sin interceder yo de por medio. Si no, puede llegar el caso, como ha ocurrido recientemente, de que te metan en un berenjenal del que si sales es posible que parezcas alguien igual al que has intentado corregir. Sé que no debo darle importancia al asunto, pero... por qué no, voy a contar mi anécdota, por llamar a este suceso de alguna manera.

Empezaré diciendo que estoy viciadísima a un juego online GRATUITO (no os confundáis, yo no pago por jugar) llamado Guerras Tribales. Yo estaba tan feliz en mi querido mundo 7, en una tribu en el que el fundador, osease el jefe, no hacía ni la del huevo pero quería otorgar cargos como reclutador, diplomático, etc. Por lo tanto, como aquí la señora Reika es tan inteligente, no tiene otra cosa que hacer que decirle al señor jefe que en vez de otorgar cargos que se dedique a captar a más gente para la tribu por la gente se estaba marchando, dar señales de vida, poner normas... vamos, lo que en cualquier tribu estaría hecho desde el primer día.
Yo estaba tan feliz habiéndole dicho la situación de la tribu, pero... llegó el día 1 de noviembre. Como cada día, me metí en GT para hacer tropas, ampliar edificios, conseguir recursos... y vi que habían escrito en el foro de la tribu. Como no, me puse super contenta porque había vida en ese planeta, pero cuando vi el mensaje se me borró la sonrisa de la cara. El jefe me decía que durante unos días (no especificaba cuantos) me tenía que hacer cargo de la tribu, que hiciera cosas para mejorarla. Mi cara, como podéis suponer, fue un poema, sin embargo ¿qué podía hacer sino hacer lo encomendado? Si hubiera dejado a la tribu a su suerte me hubiera vuelto igual de irresponsable que él.

Así que, tras este pequeño escarmiento, he descubierto que antes de corregir a alguien debo pensar si hay más opciones antes de hacerlo de manera tan directa, o si por el contrario ello solo puede encarrilarse en el camino.
Xemnas Keyblade